Abre
los ojos. Observa el paisaje. Un amalgama de colores te inunda. Millones de
fotones llegan a tus ojos. Partículas diminutas, discretas partes de energía
que dependen directamente de la estructura más íntima de las cosas, de su
esencia. La belleza de un paisaje. Una sensación forjada durante millones de
años de evolución, de continuo cambio, que ahora tú puedes apreciar.
Levanta
la vista hacia el firmamento en la noche. Céntrate en una estrella. Un pequeño
punto de luz en medio de la oscuridad. Fotones que escaparon de su estrella
hace muchísimo tiempo, tanto que puede que la estrella haya ya dejado de
existir, llegan a ti. Piensa en el periplo de ese pequeño fotón. Piensa en su
incesante viaje a través del espacio interestelar, piensa en los posibles
planetas, asteroides, satélites, incluso posibles formas de vida que durante su
viaje ha dejado atrás... y ahora llega a ti, ahora está en ti, ahora forma
parte de ti. De su estrella directamente a formar parte de ti.
Levántate.
Camina. Siente esa fuerza irresistible que te atrae hacia abajo. Es la Tierra
deformando este gran escenario teatral donde todas las cosas suceden. Deformando el
espacio-tiempo, atrapándote, obligándote a permanecer ligado a ella. No hay
mayor demostración de conexión íntima entre La Tierra y tú que la irresistible
fuerza que te liga a ella, que te atrapa...
Coge un
vaso de agua. Bebe. Siente como se humedecen tus labios. Cómo millones de
pequeñas partículas recorren tu boca y bajan por tu garganta. Diminutas
partículas provenientes directamente del mismísimo comienzo del Universo
recorren tu cuerpo. Piensa en el arduo recorrido por el espacio y el
tiempo que cada uno de esos átomos ha vivido desde su aparición. Como surgieron
posiblemente de la nada, esa nada que lo es todo. Piensa en su estancia en
estrellas, en nebulosas estelares, en quizás otro planeta, meteoritos, o en
quizás otras forma de vida... Y ahora forman parte de ti. Y continuarán su
historia cuando tú no estés... Quizás en otra persona, quizás en la Tierra, o
quizás en otro planeta, o en una estrella... Eres polvo de estrellas y en polvo
de estrellas te convertirás.
Alarga
tu brazo. Acaricia a la persona que quieres. ¿Lo sientes? Una emoción, una
sensación electrizante. Nubes de electrones de tu mano jugueteando con las de
esa persona, millones de diminutas fuerzas que se transmiten a través de tus
terminaciones nerviosas, y que tu mente interpreta como un sentido, como un
sentimiento...
¿Dónde puede haber mayor belleza que en los secretos de la naturaleza?